Hubo un tiempo en el que este
país invertebrado despertaba un interés inusitado, y antes como ahora, los ojos
nativos miraban con escepticismo y cierta burla a quienes descubrían en
nuestros pueblos y gentes a especímenes aún no contaminados por la modernidad
industrial y urbana de su época.
Tal es el caso del multimillonario
y filántropo norteamericano Archer Milton Huntington (1870-1955) quien
patrocinó y adquirió a través de campañas fotográficas financiadas por él mismo
más de trescientas fotografías de la
España de la segunda mitad del siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo
XX, que abordan la imagen y cultura tradicional de España, constituyendo una generosa
representación del acontecer español de su tiempo.
Tradiciones y vestigios de una
España que voluntariamente se deseaba contemplar genuina. Deambulaban entonces
viajeros enamorados de este país que como cazadores furtivos ansiaban capturar la
esencia y el alma de este rincón del mundo.
De sus cámaras salen a nuestro
encuentro sus tipos humanos y oficios, costumbres festivas y religiosas.
Un inventario que abarca visiones
de Sevilla, Málaga, Isla Cristina, Zamora, Pontevedra, Asturias, Castilla y
León o Extremadura y que fueron posibles gracias a la retina de los diferentes
fotógrafos, desde Charles Clifford y Jean Laurent a la fotógrafa Ruth Matilda
Anderson y su ingente producción fotográfica; la autodidacta, distinguida y
adinerada dama de la alta sociedad neoyorkina, Anna Christian, amiga de
Sorolla, “que la orientó en su deseo de conocer, no la España de pandereta,
sino la real y maravillosa, inmortalizada en múltiples momentos artísticos” y
cuya mirada está presente en el entorno cultural y humano del propio artista en
el momento en el que realiza la Visión de España, en sus fotos de temática
valenciana o en aquellas de la dehesa y cortijo de la familia Miura de Sevilla,
y que nos muestran un delicado gusto por el detalle. En este recorrido también
nos encontramos con el generoso inventario sevillano de Emilio Beauchy y el
fotógrafo alemán Kurt Hielscher, quien en su libro “España Incógnita” publicado
en 1922, señalaba a España como un gran museo de arte abierto, que encierra la
riqueza cultural de las épocas y los pueblos más diversos.
Una contemplación inmortalizada
felizmente en ese pasado en sepia de una España a medio camino entre una
virginal decadencia y una “Edad de Plata” cultural, necesitada entonces, como
ahora y siempre por la singular mirada del otro, del que se acerca cautivo de
lo diferente, situado en la extrañeza de lo que siéndole ajeno le resulta
familiar, cercano, sugerente.
Muchas “Españas” dentro de una, unidas
sin saberlo por lo vital, lo anímico y lo espiritual, por una común actitud
ante la vida.
Hermanos diferentes con un mismo
aire de familia.
*Tuve el lujo de disfrutar de esta
exposición en el Convento de Santa Clara de Sevilla en junio de 2012, gracias a
un convenio de colaboración entre el Consistorio hispalense y la Fundación
Bancaja. Una selección de 160 imágenes de los valiosos fondos de la Hispanic
Society of América de Nueva York, que cuenta en su haber con más de 175.000
fotografías. Comisarios de la Exposición, Joaquín Bérchez y Patrick Lenaghan.
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