sábado, 9 de abril de 2011

La oscuridad del día



Se me va el último resuello del día fugitivo
en la penúltima lágrima del sol,
y los sonoros ecos de la tarde murmuran
preludios de ausencias divagantes.

En la llama oscurecida de los campos
donde alumbran los alientos
de los pueblos, me escapo moribundo y
herido de muerte.

Se escuchan los sueños de las almas
que migran en otras sus
pensamientos y el mundo, en un
todo confuso, pliega al árbol de la vida
sus deseos.

Ya calman las aves sus aleteo y
se asilan en sus mantas
de paja y heno, al tiempo que
los párpados se duermen y una
luz violeta y rosácea arropa los
quehaceres rutinarios y nos
abandona al universal imaginario.

María López Castaño