martes, 15 de enero de 2013

Renacimiento



Me va llamando lenta,
como esas gotas que resbalan por tu ventana
y que se despeñan en el vacío.

Me llama queda,
como la madre que
duerme a su niño.

Me quiere viva,
para ahogar mi resuello
con sus nudos de sangre.

Me sueña inerte,
amordazada por los hilos
de Ariadna,
inmóvil, lejana,
encumbrada en túmulos dolientes.

Me espera,
No tardes, -me dice-.
Y mastico ceniza
que transformo en ave.