Es difícil captar la esencia de
la patria chica sin falsearla literaria y pictóricamente, pero Gonzalo Bilbao
consigue testimoniarla con una interpretación de carácter costumbrista al
principio, influido por la pintura modernista,
que abandonará después, aun siendo el estilo imperante en la Sevilla de
esa época.
Viajar siempre ha sido y será la
mejor forma de experimentar un cambio de paradigma. Y eso es lo que le ocurre a
Bilbao, que influido por el impresionismo se deja inundar de luz y de colorido,
algo que le valdrá ser considerado como el iniciador del “luminismo”, del que
Sorolla será su máximo representante, valorizando los efectos de la luz sobre
lo representado.
La muestra que expone el Bellas
Artes de Sevilla ofrece un recorrido breve pero intenso por las diferentes
etapas que caracterizaron la trayectoria artística del pintor. Así, además de
las corrientes ya citadas, podemos disfrutar de un ejemplo de la influencia del
orientalismo que ejercerá Mariano Fortuny sobre Bilbao, cima de esta corriente
estética en España.
La exposición sitúa a Gonzalo
Bilbao en su contexto histórico. Por eso se ofrecen obras de algunos
contemporáneos suyos, como Jiménez Aranda, Villegas, Cecilio Pla, Albert
Parladé o su hermano, Joaquín Bilbao, del que se muestran varias esculturas.
Las obras de Villegas y García
Ramos muestran la imagen de la mujer ajena a las visiones folclóricas propias
del costumbrismo preciosista o a las del retrato convencional, algo que recogerá
Gonzalo Bilbao, quien también dedicó gran parte de sus lienzos a representar a
la mujer sevillana de su tiempo, tanto damas elegantes como de clases más
desfavorecidas. La mujer trabajadora siempre interesó al artista, que recogió
en su obra a cigarreras, campesinas, gitanas, canasteras y bordadoras.
La plenitud de “Las Cigarreras”,
obra que no parece fruto de los años de mocedad vacilante, sino de los de
sedimentado magisterio en la cumbre de la edad madura, se deja admirar en esta
exposición. La luz que penetra por las claraboyas de la nave y baña de
claridades y en claroscuros los colores y las formas de la composición
velazqueña neta, es “maestría pictórica, afán de amor humano, estrofa del poema
del trabajo, bullicio y luz de la propia vida, aire en la perspectiva profunda,
plenitud de arte”.
La obra está dedicada a su amigo
el pintor Rico Cejudo. Realizada sobre cartón, se caracteriza por una técnica
abocetada que emplea muy poca materia como si se tratase de una acuarela.
La obra de Gonzalo Bilbao es pintura de aire libre, de
ambientes y atmósferas.
Un raudal de luz, de arte y de
emoción que ofreció entre tantas sombras como envolvían aquella hora de España,
tan oscura como la que acecha hoy entre bastidores.
“Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo
de Bellas Artes”. Plaza del Museo, 9. Sevilla.
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