jueves, 26 de enero de 2012

Gonzalo Bilbao


Es difícil captar la esencia de la patria chica sin falsearla literaria y pictóricamente, pero Gonzalo Bilbao consigue testimoniarla con una interpretación de carácter costumbrista al principio, influido por la pintura modernista,  que abandonará después, aun siendo el estilo imperante en la Sevilla de esa época.
Viajar siempre ha sido y será la mejor forma de experimentar un cambio de paradigma. Y eso es lo que le ocurre a Bilbao, que influido por el impresionismo se deja inundar de luz y de colorido, algo que le valdrá ser considerado como el iniciador del “luminismo”, del que Sorolla será su máximo representante, valorizando los efectos de la luz sobre lo representado.



La muestra que expone el Bellas Artes de Sevilla ofrece un recorrido breve pero intenso por las diferentes etapas que caracterizaron la trayectoria artística del pintor. Así, además de las corrientes ya citadas, podemos disfrutar de un ejemplo de la influencia del orientalismo que ejercerá Mariano Fortuny sobre Bilbao, cima de esta corriente estética en España.

La exposición sitúa a Gonzalo Bilbao en su contexto histórico. Por eso se ofrecen obras de algunos contemporáneos suyos, como Jiménez Aranda, Villegas, Cecilio Pla, Albert Parladé o su hermano, Joaquín Bilbao, del que se muestran varias esculturas.
Las obras de Villegas y García Ramos muestran la imagen de la mujer ajena a las visiones folclóricas propias del costumbrismo preciosista o a las del retrato convencional, algo que recogerá Gonzalo Bilbao, quien también dedicó gran parte de sus lienzos a representar a la mujer sevillana de su tiempo, tanto damas elegantes como de clases más desfavorecidas. La mujer trabajadora siempre interesó al artista, que recogió en su obra a cigarreras, campesinas, gitanas, canasteras y bordadoras.

La plenitud de “Las Cigarreras”, obra que no parece fruto de los años de mocedad vacilante, sino de los de sedimentado magisterio en la cumbre de la edad madura, se deja admirar en esta exposición. La luz que penetra por las claraboyas de la nave y baña de claridades y en claroscuros los colores y las formas de la composición velazqueña neta, es “maestría pictórica, afán de amor humano, estrofa del poema del trabajo, bullicio y luz de la propia vida, aire en la perspectiva profunda, plenitud de arte”.

La obra está dedicada a su amigo el pintor Rico Cejudo. Realizada sobre cartón, se caracteriza por una técnica abocetada que emplea muy poca materia como si se tratase de una acuarela.
La obra de Gonzalo Bilbao es pintura de aire libre, de ambientes y atmósferas.
Un raudal de luz, de arte y de emoción que ofreció entre tantas sombras como envolvían aquella hora de España, tan oscura como la que acecha hoy entre bastidores.


“Gonzalo Bilbao. Fondos del Museo de Bellas Artes”. Plaza del Museo, 9. Sevilla.


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