Mi pequeño rincón en el mundo. Tu
pequeño rincón. Una diminuta brecha que hemos
abierto con el peso de las horas sobre nuestras vidas y que acaba
convirtiéndose en nuestra propia ratonera. Eso es lo que nos cuenta “El
desierto de los Tártaros” de Dino Buzzati.
Caminamos despreocupados por la
edad de la primera juventud, un camino que pareciera infinito, sin saber que no
es más que un espejismo del árido desierto que apenas acabamos de empezar a
recorrer, y en cierto punto, casi de manera inconsciente, uno se vuelve hacia
atrás y se da cuenta de que la cancela se ha sellado a sus espaldas y ya no hay
retorno.
Tempus fugit!, nos grita el eco
de Virgilio desde las páginas del libro, como queriendo redimirnos de la
esclavitud de la que seremos cómplices cautivos. Pero irremediablemente el
tiempo pasa, y al igual que entonces, nos asimos fuertemente como náufragos de
un barco a la deriva al “Carpe Diem” horaciano. Sin embargo, y casi desde el
comienzo, sabemos que a Giovanni Drogo el tiempo le ganará la partida, como a
muchos otros.
Renunciamos a lo que podría ser
por miedo, por comodidad, por rutina, por todos aquellos hábitos que han
conformado un nudo a nuestro alrededor que termina por parecernos confortable,
mullido, amable. Ya hemos construido nuestra Fortaleza, nunca sabremos qué hay al
otro lado de las montañas.
Porque la espera será el narcótico
que adormilará nuestros sentidos, y transustanciada en esperanza, será la fe que
nos convencerá de que en la variable aleatoria en la que juegan todos los actos
de nuestra cotidianidad, sintamos que hay alguna probabilidad de éxito, que
merece la pena concentrar toda nuestra existencia en ella, postergando nuestros
sueños y deseos, ignorando las oportunidades perdidas.
A Giovanni Drogo “la vida se
había reducido a una especie de broma, por obra de una orgullosa apuesta, todo
estaba perdido”.
La conmiseración de Dino Buzzati
con su personaje al final de sus días, no es más que una autocomplacencia
consigo mismo, o con todos nosotros, autores de la novela que narra nuestras
vidas.
“Valor Drogo, ésta es la última carta, marcha al encuentro
de la muerte como un soldado, y que tu existencia equivocada acabe bien, al
menos. Véngate finalmente de la suerte, nadie cantará tus alabanzas, nadie te
llamará héroe o algo similar, pero precisamente por eso vale la pena.”
No, yo no creo que esa existencia
valga la pena. ¿Y tú? ¿Seguirás soñando con que el destino te reserva grandes
momentos de gloria, apostado desde tu barbacana?
¿Cuál es tu Fortaleza?
“El desierto de los Tártaros” de
Dino Buzzati (1906-1972)
http://www.italica.rai.it/scheda.php?scheda=buzzati&hl=esphttp://www.corriere.it/gallery/cultura/01-2012/buzzati/1/dino-buzzati_b2f2584c-46a5-11e1-90ee-63dee1b6b376.shtml#1
No hay comentarios:
Publicar un comentario