viernes, 30 de octubre de 2015

Santos y Demonios

La muerte, ese ser extraño que nos ronda a cada paso, que evitamos milagrosamente cada día, que a veces nos mira de soslayo y aceleramos el paso y que en otras ocasiones no nos queda más remedio que mirarlo fíjamente a la cara.

En esta sociedad postmoderna y occidental en la que me ha tocado vivir, la muerte no existe más que en las películas y en los telediarios. Tan sólo cuando su icónico manto roza la falsa burbuja de seguridad y confort en la que creemos haber convertido nuestras vidas, nos tambaleamos, nos sentimos noqueados, negándonos a que el metraje de la película continúe sin esa música a lo Julie Andrews que constantemente nos obligamos a que suene en nuestra cabeza.

Lo creamos o no, seguimos en la selva, pero está disfrazada de civilización.A veces nos cruzamos con hadas y duendes y a veces con brujas y demonios.

Y los hay que se empeñan en hacernos spoiler con alarmas sanitarias, pandemias, y otros accidentes que amenazan la "eternitud" de nuestras existencias, qué ganas de amargar al personal. Ahí les pediría que nos dejaran en nuestra ignorancia de superheroínas y superhéroes en busca del Santo Grial, de la perpetuidad vanal y sutil de nuestras existencias.

Y ante esta nueva saga, la número 2015 de "La vida continúa", aparecen siempre las dos pandillas del barrio que siempre encuentran alguna razón para utilizar el tirachinas, los que se agarran a una cruz ardiendo y los que se ponen una careta pretendiendo reirse o engañar a ese tipo feo que se empeña en recordarnos que esto es sólo una parada en el camino...o no...

Ni en estas lindes somos capaces de aceptar la visión del contrario, la esperanza de unos y la amarga resignación de los otros cubriendose con una máscara que pinta una mueca o burla al que tarde o temprano vendrá a por nosotros y nos destrozará nuestro happy end.

En fin, sea cual sea vuestra opción, creo que en estos días todos nos acordaremos de quienes se hartaron de esta tragicomedia y decidieron emigrar a otros mundos y yo al menos también le guiñaré un ojo al que está asomado a la vuelta de la esquina a ver si me deja terminar de ver este musical.




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