y las primeras cerezas.
Vendrás como farolillo que
alumbra a una mansa yegua y
a un caballo testarudo que
te busca y no te encuentra.
Se va preparando el aire
para el perfume que llevas y
el azahar por las calles
pregonará tu presencia, y te llevaré en mis brazos como
imagen que pasea por la
ciudad encantada
de murallas y de puertas.