lunes, 10 de diciembre de 2012

Noche encarnada


En el baúl de libros mojados
por la escarcha de las lágrimas de Salomé,
encontré pistilos de flores blancas
como tu mirada, que
cuestionaban mi angustia intermitente.
 
No quisiera molestar a las páginas
de vidas pasadas y regresaré despacio
como polilla a mi asidero.

Quedaré princesa de los hasta luego y
me coronarán reina de los para siempre.

Vuelvo a insistir en los espejos vidriosos
de tu alma y caigo
nuevamente emulsionada con
granadas de carmín voluptuoso,
ruina de mi sangre y de mi estirpe.

Se doblegaron mis rodillas a tu juego.


 

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