En el baúl de libros mojados
por la escarcha de las lágrimas de Salomé,
encontré pistilos de flores blancas
como tu mirada, que
cuestionaban mi angustia intermitente.
No quisiera molestar a las páginas
de vidas pasadas y regresaré despacio
como polilla a mi asidero.
Quedaré princesa de los hasta luego y
me coronarán reina de los para siempre.
Vuelvo a insistir en los espejos vidriosos
de tu alma y caigo
nuevamente emulsionada con
granadas de carmín voluptuoso,
ruina de mi sangre y de mi estirpe.
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