Mis sueños esta noche se cubrieron de frío polar, de siluetas difusas por el viento en la tormenta, por placas de hielo que se rompen en el silencio de la eterna noche que nunca se acaba.
No alumbra el día, tan sólo acompaña la luz del fuego y el recuerdo de un amor que nunca conocimos bien.
La soledad del que se siente traicionado. La compañía de un extraño que marcará el resto de tus días.
Disipar la oscuridad y de repente ver, como un iluminado ve a Dios sobre esa interminable blanca llanura cuajada de nieve.
La nada más absoluta, y uno en ella, volviendo a ella, diluyéndose en ella, abandonando un ideal, una amistad bendecida con el nacimiento de una nueva vida a la que tampoco calentará el sol.
Una tristeza infinita, como ese infinito horizonte.
Esta fue mi noche, la noche de Isabel Coixet.
"Nadie quiere la noche", son las palabras que pronuncia Mrs. Peary refiriéndose a esa noche física del invierno polar y quizá también a esa noche del alma.
Maravillosa interpretación de Juliette Binoche y Rinko Kikuchi quienes dan vida a una historia basada en hechos reales y que los libros siempre silencian. La historia también escrita por mujeres.
Un tempo, una cadencia lenta, claustrofóbica casi, el final de una aventura, y el comienzo de un nuevo viaje hacia ninguna parte.