Pasamos a la sala y ahí están,
sobre el escenario, vestidos de sus personajes pero sin encarnarlos aún, sólo
como actores de teatro. Es el teatro mismo el que nos da la bienvenida.
Se saben el centro de las
miradas, algunas perplejas, las más curiosas, y esperamos en ellos un gesto que
los delate; ellos también parecen aguardar algo.
Llega el silencio, que se abre
paso poco a poco y uno de los comediantes se dirige expresamente a nosotros,
pareciera que se rompe la cuarta pared. Cada uno ocupa su lugar, y ahí está de nuevo, ante nosotros. Ahora
somos un público creyéndonos una historia.
Diez personajes en busca del
amor, diez maneras de amar. Amor por compasión, por pasión, por idealización,
por admiración,…El amor como salvación. Y entre estos hilos que enmarañan las
relaciones de unos con los otros, el arte, la fama, la mediocridad de quien
aspira a ser y se queda solo en el proyecto de haber sido, la soledad del
creador, el sacrificio voluntario de renuncia por la grandeza de crear.
Proyectos de vida truncados por la suerte del destino o por la cobardía de no
enfrentarnos a él.
La obra fluye ligera, rápida,
alrededor de dos formas de entender el mundo, dos formas de transcribirlo. Una
simbólica, alegórica. La otra sujeta a la realidad y a la transmisión de los
pensamientos grandiosos.
Un escenario semidesnudo donde
las emociones son las protagonistas. Saltos temporales sin apoyos de
escenografía o vestuario, pero que comprendemos, porque los años pasan en un
suspiro.
Una adaptación de “La Gaviota”
sin artificios y un Daniel Veronesse a quien Anton Chejov le habla
directamente.
“Lo principal no puede ser el
brillo, ni la gloria, ni la realización de los sueños. Los principal es saber
sufrir, tener fe y llevar tu cruz”.
Pude disfrutar de esta obra en el
Teatro Central de Sevilla @TCentralSev del 7 al 10 de febrero de 2013.
“La Gaviota” de Chejov: http://elpais.com/diario/2004/06/26/babelia/1088206754_850215.html