domingo, 17 de julio de 2011

La España Oculta

Ya había visto otras obras suyas, pero esta exposición me fascinó, abrió una ventana luminosa, a pesar de la ausencia de color en sus trabajos, y de ese constante blanco y negro con que ha pintado las múltiples historias cotidianas de los pueblos, y me perdí en la escena. Olvidé el punto de vista del artista, me engañó de nuevo y descreí de encuadres y enfoques, tan sólo escuché, a media voz, casi a modo de confesión cada capítulo.
Cristina nos desvela, como ella misma dice, el alma misteriosa, verdadera y mágica de la España popular.
Setenta encuentros inesperados con el amor, el humor, la pasión, la rabia, el dolor. Tan lejanos, pero tan cercanos al mismo tiempo. Algo de aquellas personas convertidas en personajes descubrí en mí en cada encuentro.
Me asaltó el “Volksgeist”, y me sentí más que nunca habitante de esas miradas, de esos paisajes, de esos gestos y pensé en que su destino era el mío propio, o su recreación. Y aquellas fiestas y aquellos ritos golpeaban fuerte en mi conciencia, como un “tan tan” de mis ancestros.
Sorprendo un aspecto romántico o idealizado en aquellas imágenes, quizá por lo que tienen de acontecimientos desaparecidos, o de verdad de unas gentes no mediatizadas por lo que deben sentir ni por lo que deben creer.
Finalmente, me capturó el obturador irremediablemente, y me transfiguró en esa joven. Recordé el seco calor del verano en Castilla y el olor del trigo amarillento en su madurez, el sonido de la hoz y el desgrane de la espiga y sentí las gavillas ejerciendo de noble colchón en mi costado y la trilla de mágica alfombra que mecería mi sueño. Y en ese ensueño yo también me pregunté: “Cuando un hombre…sueña algo: ¿qué es lo que más existe? ¿Él como conciencia que sueña, o su sueño?